Las protestas contra las redadas migratorias del Gobierno de Donald Trump no dan tregua y ya suman cinco días consecutivos en diversas ciudades de Estados Unidos. Desde Los Ángeles hasta Nueva York y Chicago, miles de personas han salido a las calles para exigir el fin de los operativos del ICE y rechazar el despliegue militar ordenado por el presidente.
Aunque la mayoría de las manifestaciones han sido pacíficas, también se han registrado enfrentamientos con la Policía, actos de vandalismo, detenciones masivas y el uso de gases lacrimógenos para dispersar a la multitud. Las autoridades locales, por su parte, insisten en garantizar el derecho a la protesta.
En Los Ángeles, California, las protestas se mantienen por quinto día consecutivo. La jornada del martes estuvo marcada por concentraciones frente a un edificio federal, considerado ya el epicentro del movimiento, y bloqueos en una de las principales autopistas del centro de la ciudad.
Hacia la tarde, la Policía local comenzó a dispersar a los manifestantes con bombas aturdidoras y gas lacrimógeno. Según reportes oficiales, más de 100 personas fueron arrestadas, en su mayoría por negarse a abandonar la zona.
En respuesta a este panorama, la alcaldesa de Los Ángeles ha tomado una medida urgente. Karen Bass, decretó un toque de queda en el centro de la ciudad a partir de las 8:00 de la noche de este martes, en respuesta al ambiente de tensión que se vive desde el inicio de las redadas migratorias y la presencia militar ordenada por el presidente Donald Trump.
La medida busca frenar los actos de violencia y vandalismo que se han registrado en los últimos días, y proteger tanto a residentes como a comerciantes.
“Si no vive ni trabaja en el centro de Los Ángeles, evite la zona. Las fuerzas del orden arrestarán a quienes incumplan el toque de queda y serán procesados”,
advirtió la alcaldesa, quien anteriormente responsabilizó directamente al presidente Trump por “la caótica escalada” que ha desatado las protestas.
Bass afirmó que su prioridad es preservar la seguridad y evitar que personas ajenas a las manifestaciones pacíficas se aprovechen del contexto para generar más desorden.