La mayoría de las personas se bañan a diario, y en muchas ocasiones, no se detienen a pensar cómo están limpiando su cuerpo.
El agua no debe estar ni fría ni caliente; debe ser templada. El agua caliente no es lo que mejor le va a la piel.
OMS dice que el tiempo recomendado es de no más de 5 minutos por ducha para evitar el uso excesivo de agua.
Si se tiene en cuenta también el agua que se gasta, 5 minutos bajo el agua es suficiente, pero hay que mencionar que, el tiempo de la ducha no es sólo el que se pasa debajo del agua, sino incluye también cómo se trata a la piel después.
Si se desea tomar el baño más de una vez al día, se puede reducir en esta segunda ducha el enjabonado.
No hay que tallar con una esponja, hay que cuidar la piel con suavidad. Si se va emplear esponja, que sea lo más suave posible, es necesario cambiarla cada poco tiempo (1 mes), además de echarla a la lavadora al menos una vez por semana.
No es necesario exfoliar, y teniendo en cuenta la humedad de la esponja, si no se somete a lavados y se quedan residuos, es un caldo perfecto de microorganismos.
Asimismo, es fundamental secarse correctamente, sobre todo en zonas de pliegues para evitar hongos y dermatitis.
Siempre hay que dedicar unos minutos a la hidratación de la piel con la loción que mejor se ajuste a las necesidades de cada persona.