CABO, elemento canino de la Policía Municipal de la raza pastor belga malinois, que sirvió a la comunidad chihuahuense durante cuatro años, fue despedido con honores por parte de sus compañeros agentes, junto a quienes sirvió y protegió a la comunidad mediante recorridos de vigilancia y operativos especiales en la ciudad.
Días atrás, el perro policía de siete años de edad, habría dado su último suspiro después de atravesar por una enfermedad conocida como displasia de cadera, un padecimiento común en este tipo de ejemplares, que lo llevó hasta el final de su existencia y que será recordado por su lealtad y disciplina hacia su manejador, a la corporación y a la comunidad chihuahuense, combatiendo día a día la delincuencia.
Como ya se ha realizado anteriormente con otros binomios que han fallecido, brindándoles el lugar que merecen al arriesgar sus vidas e integridad por las de sus compañeros humanos y las de personas víctimas de delincuentes o de desafortunadas circunstancias; toma de rehenes, intentos de suicidio, entre otros, la dependencia policial realiza un protocolo formal para decirles adiós y despedirlos.
Para recordar su memoria y el legado que dejará dentro de una de las corporaciones policiales más reconocidas a nivel nacional, las cenizas de CABO fueron honradas por los uniformados en la Comandancia Norte, en el mismo campo donde solía recibir sus adiestramientos y pasar largas horas preparándose físicamente y en el carácter, para saber cómo actuar ante las diferentes situaciones a las que se enfrentaba en las calles.
La Policía Municipal de Chihuahua cuentan con perros altamente adiestrados y capacitados para realizar labores de rescate en desastres, detección de sustancias ilícitas o armas y búsqueda de personas.
Actualmente la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM) cuenta con una docena de estos ejemplares, que, si bien son conocidos por su carácter firme y fortaleza para combatir el crimen, a la vez son bien queridos por su cercanía y docilidad hacia la comunidad chihuahuense, cuando son presentados en eventos públicos u otros lugares concurridos.
Durante el breve pero emotivo evento, en el cual se encontraban los integrantes del grupo policial canino K9, dijeron adiós a este héroe de cuatro patas, que luchó hasta el final para hacer de ésta una ciudad más segura y pacífica.
Meses antes de morir, CABO debía ser medicado por su manejador todas las mañanas, con el fin de aminorar un poco el dolor que le causaba tan terrible enfermedad, similar a un padecimiento crónico terminal en los humanos, y el cual externaba con pequeños e intermitentes aullidos.
Al borde de las lágrimas, tanto él como su pequeño hijo de 8 años que lo acompañaba en la ceremonia, el policía Edwin Alán Hernández Herrera, quien patrulló y estuvo a su cuidado durante los últimos meses, narró que CABO fue su primer compañero canino dentro del citado grupo policial, habiendo una gran química entre ambos y gracias al cual aprendió mucho sobre el manejo de perros policía en eventos riesgosos.
“Aunque era un perro de carácter fuerte, también era el más tierno y leal conmigo y con mi familia, pues se convirtió también en nuestra mascota. Cabo fue un gran compañero, amigo y policía; era mi confidente y puso todo de su parte para cuidar de mí y de la comunidad. Su partida fue dolorosa para todos, pero su recuerdo quedará siempre en mi corazón”, agregó el oficial.